25 de julio, 1883, El triángulo de las Bermudas.
Percibí una ola de tensión apenas apoyé el pie en la mansión, pero Terrence trató de disimularlo. No lo hizo muy bien.
–La he traído – enfatizó el “la” como si fuera un crimen.
Entonces vi a tres personas, que estaban haciendo distintas actividades. Una había estado leyendo un libro, uno había estado apoyado contra la pared y otra había estado esperando, sentada. Ambos se levantaron cuando entré, pero la que leía ni se inmutó. No me importó para nada.
–Hola. Espero que no hayas tenido ningún problema con el viaje – me saludó una joven de cabello rubio casi blanco, ropa combinando a juego. Tenia un cierto parecido con una novia. Se acercó lentamente, evaluando mis movimientos. Yo levanté las cejas, como diciéndole que lo que estaba haciendo era muy estúpido. Ella captó el mensaje, y se me acercó para darme un abrazo. Eso me tomó desprevenida – Me llamo Viv, y soy aire.
–Scarlett.
–Si, lo sé. Lo…
–Escuchaste. Si, yo también te sentí – ella sonrió, y se puso a hablar con Terrence. Yo avancé, más concentrada en la casa que en los que me faltaban saludar.
Había muchos cuadros interesantes, muy diferentes entre sí. Noté uno muy particular en que una mano humana sostenía un corazón también humano, ensangrentado. Me gustaron los colores, y como el corazón parecía una llamarada.
–Me gusta ese – dije, distraídamente.
–Es el favorito de Aphril – susurró una voz, demasiado cerca de mí. Sentí un aliento muy frío, y me di vuelta rápidamente, con los ojos bien abiertos por la sorpresa. Me encontré con un hombre de cabello negro, cicatriz deformando su mejilla y ojo izquierdo, ojos extremadamente azules, fijos en mí. Sentí mi instinto de supervivencia, y me erguí para hacerme más importante. Le sostuve la mirada.
–Lo siento – se disculpó, alejándose – No pretendía asustarte.
–Pues me has congelado, más bien – le recriminé.
–William. El agua.
–Genial. Scarlett, fuego – no nos extendimos las manos, gracias al cielo.
Lo que más me impresionó de William fue que… me resultaba demasiado interesante, y sus ojos demasiado azules. También me llamó mucho la atención su cicatriz, que le deformaba todo el rostro. Si seguía mirándolo más tiempo, seguro que me ahogaría.
Todas las miradas se posaron en nosotros y en nuestra improvisada presentación. Pude sentir como todos contenían el aliento. Seguro que esperaban que los dos enemigos mortales terminaran matándose en una simple conversación. Pero eso no pasó.
–Scarlett, ella es mi hermana… Aphril – Viv me señaló a la del libro. Me miró con desdén, y yo hice lo mismo. No me caía bien.
–Supongo que tenemos que hacer lo que siempre hacemos. Por favor, Viv, encárgate de eso. Tengo una misión – William.
–Yo también – dijo Aphril, dejando el libro a un lado y siguiéndolo.
–Por desgracia, yo también. Suerte, chicas – nos sonrió y se fue con los otros, corriendo a toda velocidad.
–Bueno, lo que siempre hacemos es enseñarle a los nuevos la historia de su elemento. Y porqué tu antepasado murió.
–Adoro los documentales – dije, mientras subíamos las escaleras.
Fotos. Millones de fotos esparcidas por el segundo piso. Me enteré de quienes habían sido los que reemplacé. Bill. Esthefan. Demetri. Lizabeth. Wendy. Sol.
Cuando llegó el momento de mi antepasado más reciente, Viv se ensombreció.
–No es una historia que nos enorgullece contarte. Lo más raro es que, Ruby, el anterior fuego, era mujer. La cadena de descendencia es mujer, varón, mujer, varón. Nunca en nuestra historia ocurrió algo diferente.
–Hasta ahora – dije mientras veía la foto de Ruby. Era una foto en la que ella miraba a la cámara con desdén, con el pelo difuminado debido a que se había movido.
–Era una chica de mal carácter. La mayoría de los de fuego son así. Eso provocó su muerte.
–Explícate – ordené, demostrando mi hereditario mal carácter.
–Aphril y William son una pareja. Ruby tenía un profundo odio hacia todos, especialmente hacia ellos. Vivía para molestarlos… – suspiró – Al parecer, William se hartó.
–¿Qué sucedió? - pregunté, impaciente.
–La mató. No con facilidad, obviamente. Ella le dio una paliza antes de morir. Como ya habrás visto, le deformó la cara con esa horrible cicatriz. Él, con la poca fuerza que le quedaba, le arrancó la cabeza antes de recibir otro ataque, y le inundó las venas con agua helada – posó su mano en mi muñeca, y la apretó suavemente durante unos segundos. Yo no estaba asustada, sino más bien confundida y enojada. ¿Cómo se había atrevido a matar a uno de los nuestros? – Por tus venas no corre sangre, sino lava. Es muy interesante, ¿no lo crees?
–¿Qué tienes tú dentro de tus venas? – dije, ignorando su pregunta. Ella sonrió.
–Nada. Están vacías. Solo corre aire. Por la de William, agua. Por la de Terrence, humus. Por la de Aphril, veneno.
–Asqueroso – hice una mueca.
–¿Estás ansiosa por tu primera misión?
–Honestamente, me da igual - ella me miró fijamente, tratando de descubrir algo que no estaba allí.
–¿Sabes? Comparada con los otros, tú tienes el mejor carácter de todos.
–Oh. No te preocupes, voy a esforzarme para ser la peor de todas – traté de bromear - ¿Cómo fue tu primera misión?
–No muy bien. Tuve que provocar un tornado que, por algún motivo, no había podido producirse. Esa es nuestra misión ¿recuerdas? Hacer lo que tiene que pasar pero no está sucediendo. En fin, me sentí terriblemente mal, ya que al pensar en todas esas personas que perderían todo… - hizo una mueca de dolor, similar a la que hizo Terrence cuando vió el bosque chamuscado – El argumento de “no podemos evitarlo” no me convence. Pero eso me pasa cada ves que hago una misión.
–¿Y cómo es posible que ustedes sean hermanas? – pregunté – Es decir, las dos son… completamente diferentes – si, una parece incapaz de lastimar a una mosca y la otra parece una psicópata asesina.
–Bueno, el alma y el aire siempre estuvieron relacionados entre sí. Es decir, el aire te da vida, el alma también. Pero la diferencia es que mi hermana siempre quita la vida, nunca la da.
–¿Por eso es tan… aterradora? – sonrió.
–Compréndela. El alma siempre tiene las misiones más difíciles. Nosotros no vemos muertes tan a menudo como ella – se quedó viendo la fotografía de su hermana – La admiro. Por lo valiente que es.
–Supongo que me alegro de ser fuego – me miró.
–No es lo más sensato. Los de fuego suelen tener tanto o más enemigos que los de alma – suspiré.
–Creo que podré soportarlo.