jueves, 9 de junio de 2011

Solo respira - Capítulo 2

2
Los siguientes cinco días fueron iguales al primero. Pero me sentía incomoda estando tan cerca de Jasson. Quizás era porque él no me dirigía la palabra y alejaba el banco tan lejos como podía. Tal vez porque cuando intente hablarle al salir de la clase, me ignoro.
Era sábado y acababa de levantarme. Fui al baño, me lave la cara y me cepille los dientes. Me puse unos jeans azules y una remera manga corta superpuesta y me dirigí a la ventana.
Mi cuarto tenía un hermoso ventanal un poco mas de mi altura, así que solo bastaba abrirlo para caerse. Desde allí se podía ver la calle que daba a nuestra casa. Lástima que había un gran jacarandá tapando la mayoría de la vista Le había pedido mil veces a mama que le dejara podarlo a papa, pero ella decía que le daba un toque de distinción a la casa.
Lo que vi a través de la ventana era el motivo por el cual me había despertado. Un volvo plateado estaba estacionado enfrente de casa, y su ocupante estaba parado en nuestra puerta tocando el timbre.
JASSON!!!

Me calcé los zapatos y baje las escaleras en tiempo record. Antes, me fije mi aspecto en el espejo. Estaba presentable.
   – Hola – dije en cuanto abrí la puerta. Su cabello rubio estaba alborotado, sus ojos brillaban de un modo extraño, y llevaba unos jeans y una campera gris con cuello en V. Estaba muy guapo.
   – ¿Cómo sabias que era yo? – pregunto.
   – Te vi por la ventana – dije señalándola.
El la contemplo por un momento y volvió la vista hacia mí.
   – ¿Qué haces aquí?   – dije, confundida.
   – Mi madre quería devolverle a tu familia esto. – y me extendió una jarra de jugo. Yo la agarré.
   – Emm... gracias, supongo... ¿quieres... pasar?
Jasson dudo por un momento pero se resigno.
   – Bueno, a fin de cuentas... nada entretenido me espera en casa – dijo, mientras le abría mas la puerta y el pasaba dentro.
   – ¿Tus padres están en casa? – me pregunto.
   – No. En sábado, ellos se levantan muy temprano y salen a correr.
   – ¿Has desayunado?
   – Recién me levanto – dije mientras dejaba la jarra de jugo en la cocina. El me siguió y se sentó en una de las sillas de la mesada, mientras yo me preparaba el desayuno. Me senté enfrente de él.
   – Y... ¿tienes hermanos?
   – Solo uno, pero está de viaje. Nos visitará dentro de poco – pensé en Alex mientras tragaba una cucharada de cereal – ¿Ya desayunaste? – me sentí grosera al no ofrecerle algo.
   – Si, gracias. Soy de madrugar. – se rió por lo bajo.
   – ¿Me perdí de algo?
   – Nunca en mi vida he dormido más de cinco horas.
   – Que extraño. Sin embargo, no te veo ojeras.
 Nuestras miradas se cruzaron, haciéndome sentir muy bien. De repente, Jasson se paro bruscamente, haciendo temblar mi desayuno.
   – Debo irme. Ahora.
   – ¿He dicho algo malo? – repase en mi mente la conversación, buscando algo fuera de lugar.
   – No, no, para nada, pero tengo que irme.
También yo me pare, y lo fui siguiendo hasta la puerta.
   – ¡Hasta mañana! – grite mientras lo veía alejarse en el auto.
Fui a la cocina, demasiado confundida como para saber lo que estaba haciendo.
Tome el tazón con el poco cereal que quedaba y lo deje en la pileta. A mama no le gustaba que le lavaran los platos. Pensaba que los lavábamos mal.
Puse la jarra de jugo en el mueble y subí a las escaleras. Me senté en el piso, en frente del ventanal, con mi diario entre las piernas y una lapicera en las manos. Lo había conocido hace muy poco, pero yo sabía que una persona normal no actuaba así, a menos que algo le estuviera pasando. Así que empecé a anotar.
   – ¡Angie, ya llegamos! – escuche decir desde la escalera. Cerré el diario en la página donde estaba escribiendo y fui a saludar.
   – Buenos...días... cielo – me dijo papa con la lengua afuera en cuanto me vio bajar las escaleras.
   – ¿Estás bien, papa? Suenas agitado.
   – Nada que no pueda enmendarse con un refresco. – respondió mama.
Fuimos a la cocina, y, como era de esperarse, mama descubrió el cambio en la heladera.
   – ¿Quién vino a traerla? – era obvio que hablaba de la jarra de jugo.
   – Emm... Jasson... Burdock...
   – ¿El hijo de Renee?
   – Eso creo.
   – ¡Oh, eso es fantástico! Escuche que es un adolescente muy agradable.
   – No creo que sea un adolescente... y francamente, el tiene una manera muy extraña de ser agradable.
   – Charla de chicas. Puaj. Si me necesitan, estaré arriba. – a papa no le gustaba salir a correr, pero lo hacía por mamá, así que al volver a casa, lo único que quería hacer es lo que hace un persona normal un sábado. Nada.
   – No creo que sea tan malo como tú dices que es. Estoy segura de que fue una mala impresión tuya.
>> Si, claro. << pensé.