En unas aldeas lejanas, ya se habían difundido entre la gente reportes de misteriosas desapariciones. Gente que veía avecinarse una niebla negra. Todo ser vivo que se interpusiera en su camino desaparecería con ella.
Sus recién cumplidos trece años eran una gran festividad para su pequeña familia. Su padre era un gran artesano, le regalo un hermoso colgante para su cuarto, hecho por sus propias manos, su hermano, en cambio, solo le regalo una hermosa tarjeta.
– Fe... Feliz cumpleaños Jade –Su hermana sonrió y acepto la tarjeta de su hermano.
– Gracias. Es muy linda. –A pesar del rechazo, Jade abrazo a su hermano.
A pesar de ser hermanos. Jade y Mathew eran muy distintos. Ella tenía el pelo marrón y unos grandes ojos grises, a la gente le llamaba la atención esos ojos tan hermosos. Y él en cambio, tenía el pelo rubio, ojos azules y unos anteojos por su miopía heredada de su padre, que a diferencia de los niños, tenía el cabello castaño y unos ojos marrones bien oscuros.
– No es justo, cuando YO, cumplí los doce no me han hecho ninguna fiesta especial. ¿Por qué a ella sí? ¿O acaso la tendré en mis trece? –Su padre lo miraba con cara de comprensión.
– Descuida Matt... es solo por un caso especial... ya lo entenderás. Dentro de un año, cuando cumplas tus trece tendrás una fiesta como la de ella. –El niño a pesar de los celos aceptaba esa explicación.
Jade en su tarde de cumpleaños como hacía casi todas las tardes, salió a pasear en su caballo, un semental blanco, con su crin y cola negro como el azabache. Liam lo llamaba ella.
Desde muy pequeña sabía andar con a caballo, y con la edad se había vuelto una gran jinete.
Solía correr con Liam por los pastizales, y luego descansar un rato para que él pueda pastar.
Se recostó sobre la hierba mientras su caballo caminaba cerca. Hasta que comenzó a cerrar los ojos.
– ¡¡Jade!! ¡Por Dios levántate! –La chica extrañada abre los ojos y logra escuchar a su padre gritándole en la lejanía. Cuando logró despertarse y volver al mundo real logra ver que estaba anocheciendo, y lejos, unas sombras se estaban acercando.
– La neblina. –Logra decir mientras miraba hipnotizada las figuras negras.
– ¡¡Corre!! –La voz de su padre la despierta de nuevo. Asustada se sube a su caballo. Y sin la necesitad de espuelas Liam comienza a correr a todo lo que da. Comenzaron a correr tan rápido que las hierbas y lugares que iba pasando se comenzaron a desdibujar.
Ella no se animó a ver qué tan cerca estaba la bruma negra de ella. Pero al llegar a la cerca de su campo baja la velocidad, y logra ver que nada la seguía.
Corre a los brazos de su padre, aún confundida.
– No-No sabía qué era eso... –Logró decir balbuceando. –Que ¿Qué era? –Su papá acaricio su cabeza y le sonrió.
– Descuida... ya estas a salvo. Recuerda, nunca estés lejos de aquí por las noches.
– Pero... –Su padre la detuvo.
– Tranquila... mañana todo estará bien. –Dijo con voz dulce. –Ahora ven... vamos a dormir.
Jade miró extrañada a su padre, pero fue a la cama sin decir nada más. Mientras su cabeza no paraba de dar vueltas.
<<Eso es imposible>> Pensaba en su cabeza. <<Las nieblas no suelen aparecerse así... eso no era inerte... tenía una especie de vida>>
A pesar del revuelo de su cabeza, logró cerrar los ojos y dormir. Lo cual no fue tan buena idea.
<< Jaade... deespieertaaa... aabre loos oojos. >>
<< ¿Quién eres?>>
<<Miii noombree nooo iimpoortaa ahooora... uuun peeligrooo aaaceechaa a tii y a tuuu faaamilia... deeebes haaacer algooo y ¡prooonto! >> Sonaba más como un susurro más que una voz. Y sus tonabas eran largas y extrañas.
<< ¿Qué debo hacer? >>
<<Nooo peermitaas que leee sucedaaa loo mismo queee a tuu madreee>>
<< ¿Mi madre? >>
<<Es muy peliigroosooo... teeen mucho cuiiidadoo... porque a alguieeen encontraraaas, y a suu vida cambiaaraaas... >>
<< ¡¿Quién eres?... no te vayas! >>
<<Yaaa no haay tiempooo... muuucho cuidadoo... >>
<< ¡Espera! ¡Alto! >>
– ¿Jade? ¿Estás bien? –Ella abrió los ojos extrañada. Su hermano estaba sentado junto a su cama.
– ¿Qué haces aquí? –Se refregó los ojos. – ¿Paso algo malo?
– No lo sé... tu dime... hace un rato estabas gritándole a alguien.
– ¿Qué?... Oh... solo ha sido un sueño... algo extraño.
– Lo he notado... ¿Qué paso?
Jade miró hacia la ventana.
– Una voz me advertía algo... no lo recuerdo... ¿crees que pueda significar algo?
– ¿Qué no recuerdes tu sueño? ¡Claro! Siempre has sido olvidadiza. –Jade golpeó el brazo de su hermano.
– ¡No me refiero a eso! Si no a la advertencia.
– Bueno... he leído en un libro que hay gente que tiene sueños extraños y luego les pasa algo... pero por supuesto son mera coincidencia. Ya que en la vida real es imposible que una persona pueda advertir a través de un sueño que algo suceda. –Su hermana puso los ojos en blanco ante su monólogo. –Además... es casi imposible que... oh oh... – Jade Abrió sus ojos.
– ¿Qué... que sucede?
– Tal vez... sea... ¡que te has vuelto loca! –Su hermana frunció el seño y volvió a golpearlo en el brazo.
– Agh... olvídalo. Fue tan solo un sueño. –Volvió a bostezar. – ¿Qué hora es? –Su hermano se fijo en su reloj de muñeca.
– Como la una y media. Dentro de poco tendrás que bajar a comer.
– ¿La una? ¡La una! – Jade corrió a su armario. – ¡Pero qué tonta! ¡he olvidado que hoy me tocaba a mí dar de comer en el establo!
Su hermano puso los ojos en blanco y salió de la habitación.
Ella se puso lo más cómodo que tenía. Una remera que había usado el otro día, unos jeans sucios para no tener que lavar de nuevo la ropa limpia, y unas botas para la comodidad en el barro.
Fue caminando con el balde lleno de la comida para los cerdos y entró en la cerca de Señora Petunia, así le habían puesto a la vieja puerca que tenían. Le dio su comida y se encaminó al establo de los caballos.
Allí la esperaban, Liam, y Sherwood, el caballo de Mathew. Sherwood a pesar de su compañero Liam, era blanco con manchas negras y grandes, una graciosamente estaba en su ojo izquierdo, lo que lo hacía cómico.
– ¿Sombra? ¿Dónde estás? –Para la curiosidad de Jade faltaba el caballo de su padre. También era un semental, negro oscuro y de pelaje brillante y lustroso, a simple vista daba miedo, pero era tan cariñoso con ella como lo eran los demás caballos.
– Papá se lo llevo a dar un paseo. – Jade se dio vuelta bruscamente, al ver que era su hermano bajó la guardia.
– Qué extraño... él nunca se lo lleva en las mañanas. Y menos los domingos. Suele esperarnos a nosotros.
– Lo sé... pero no he dicho nada. Ha estado actuando raro toda la mañana. –Jade miro extrañada a su hermano y comenzó a pensar.
– Esto es algo muy raro. La niebla, el sueño... y papá. –Se llevó la mano al mentón.
– Bah... no es nada extraño...
Jade se acercó Liam y le puso su comida.
– Si no es nada extraño... ¿Cómo me explicas los sucesos gran genio? –Dijo con algo de sarcasmo.
– Pues... –Se acomodo los anteojos. – La niebla lo veo como un hecho totalmente natural... de seguro solo era un poco de niebla, y con tu miedo lo aumentaste y creíste que era un ser sobrenatural. –A su hermana le molestó esa frase. –Lo del sueño... fue tan solo un sueño, te habrías quedado mal después del susto de la niebla. Y... respecto a papá, tal vez tenía algo importante que hacer.
Mientras su hermano hablaba y hablaba, Jade iba alimentando a los dos caballos que quedaban en el establo. Estaba acostumbrada a los monólogos de su hermano, ya que el a través de todos los libros que había leído quería demostrar lo que sabía.
– ¿Qué dices? –Jade reaccionó al ver que había terminado.
– Digo... querido hermano... que eres un charlatán y presumido. No estoy loca... sé lo que vi... y sé que algo malo está pasando. –Matt puso los ojos en blanco.
– Bah... como digas... iré adentro. Tengo hambre... y no esperaré a papá.
Al escuchar eso su hermana se apresuró en la tarea.
– ¡Adiós Liam! ¡Adiós Sherwood! –Ambos caballos relincharon como respuesta.
Cuando llegó a la cocina de la casa vio que su hermano estaba intentando preparar algo. Así que se acercó y se apoyó en la mesada.
– ¿Tanta palabrería y no sabes prepararte el almuerzo? –Mathew se dio vuelta y volvió a acomodarse los anteojos.
– ¿Qué piensas hacer? Tengo hambre... y no voy a esperar que tú hagas la comida.
– ¡Bien! Si tienes tanta hambre prepararé algo. Pero al fin y al cabo diré que me obligaste. –Su hermano suspiro.
– Trato... ¿Qué prepararás?
Sacó la sartén del mueble y comenzó a pensar.
<< ¿Huevos Fritos?... No... Eso lo comimos ayer... ¿Panqueques?... No, eso es de desayuno. ¿Una ensalada? No... Nos quedamos sin vegetales>>
Rendida y sin ideas se sostuvo por la primera. Así que le puso aceite a la sartén, busco unos huevos de gallina y comenzó a preparar el almuerzo.
Al cabo de unos minutos comenzaron a comer. Sin ninguna charla de por medio. Bueno... casi ninguna.
– Jade... ¿hay pan? –Ella suspiró.
– Si... en la bolsa en la cocina. –Mathew se levantó en busca del pan.
– ¿Por qué no estaba en la mesa?
– ¡No ayudaste en nada! Ni siquiera en poner la mesa. –Su hermano volvió con el pan y se sentó de nuevo en la mesa.
– Te dije que estaba viendo si volvía papá. –Jade suspiró.
– Bien...
Se quedaron un rato sentados... viendo como pasaba el tiempo. Hasta que Mathew se decide a levantar la mesa... mientras su hermana no se movía.
– ¿Jade? ¿Hola? Ayúdame, trae la jarra de agua.
– En el sueño... –Dijo con un hilo de voz.
– ¿Qué?
– En el sueño la voz me dijo que estaríamos todos en peligro. Y que tengamos cuidado.
– Otra vez... – Matt se acercó a la mesa... – Jade ¡Solo fue un sueño! Y si es por papá.... estará bien. Fue con Sombra... el caballo más veloz. Debo admitir, incluso más que el tuyo. – Se preocupó al ver a su hermana en esa posición. Y repitió en un tono más suave. – Jade... todo estará bien. No te preocupes.
– ¿Qué hora es?
– Las... – Se fijó en su reloj de muñeca – Son... casi las tres... ¿Por qué?
– ¿Me acompañarías hasta el pueblo? Necesito comprar unas cosas. Además vendrá Joseph dentro de un rato.
Joseph era un gran amigo de la familia. Venía todos los días a cuidar los animales de la granja. A la madrugada había salido a pastorear las ovejas, y volvía siempre para el mediodía.
Una vez cambiados y arreglados, fueron en busca de sus caballos.
Allí, peinando a Liam, estaba su amigo Joseph. Él era algo panzón y tenía la barba sin afeitar. Pero era muy amigable y simpático.
– ¡Hola tío Joseph!
– ¡Niños! Hola...estaba conversando con mi amigo Liam... y me cuenta que su padre no está en casa.
– No... salió en la mañana. Iremos al pueblo a buscar unas cosas que quiere Jade. ¿Nos cuidarías la casa mientras tanto?
– ¡Pues claro mi amigo Mathew! Les ensillaré a Liam. –Joseph hizo una cómica reverencia, y saco al caballo.
Hasta el pueblo había que hacer un camino no muy largo. Pero casi nadie rondaba por ahí. Solo algunos chicos que jugaban a la pelota. O las personas que vivían cerca.
Muy pocos autos circulaban en la zona. Pero a Jade y a Mathew no les agradaba la idea que gente desconocida valla al pueblo o a los campos.
Al llegar vieron a las mismas personas que vieron desde chiquitos.
Al panadero vendiendo su pan. A algunos amigos de la zona. A la escuela que iban en épocas de clases.
– Jade... ¿Para que querías venir?
– Quiero ir a la biblioteca.
– ¿A la biblioteca? ¿Por qué quieres venir a la biblioteca? – Jade ignoró la pregunta de su hermano y lo arrastro con Liam. Hasta el corral del señor Pesherman.
– ¡Jade! ¡Qué alegría verte!
El Señor Pesherman era un hombre amable... los conocía desde que eran pequeños. Tenía un corral en donde se podían dejar a los caballos por el tiempo que necesitaran los dueños.
Allí tenía a Niebla, una yegua completamente blanca. Según decía su dueño fue la madre de los dos caballos de los niños
– Buenos días Sr. Pesherman. ¿Podría dejar a Liam por una media hora? Tal vez un poco más.
– Claro, ven. Átalo a aquella madera.
Luego de atar al caballo, Jade fue decidida hasta la biblioteca del pueblo.
A pesar de no ser un pueblo tan grande. La biblioteca tenía muchísimas variedades de libros, ya que los traían desde la biblioteca de la cuidad cercana.
Cuando ya estaban adentro. Los hermanos se separaron. Mathew se fue para la sección de física, química y matemáticas, y Jade, se quedó deambulando entre las fábulas y leyendas.
Buscó desde leyendas del campo, de la ciudad, medievales, recientes, y hasta la sección de nuevos escritores, dónde algunos novatos dejaban sus libros para que los lean la gente.
Pero no encontró nada sobre una niebla negra que amenazaba en los campos de la región.
– ¿Buscas algo en especial? – Jade se sobresaltó. Era la vieja bibliotecaria, había visto a la niña rondar por los estantes de libros sin agarrar uno.
– Em... si... ¿alguien ha publicado algo sobre una niebla negra? La necesito... por curiosidad. – La bibliotecaria miró extrañada a la niña. Algo preocupada.
– ¿Cómo es que sabes sobre la bruma negra? –Le dijo en susurros.
– Anoche... anoche creo que la vi. Y quería estar informada sobre el tema. – Dijo algo desconfiada, nunca había hablado con la mujer. Ya que no iba casi nunca a la biblioteca del pueblo.
– ¿Estás segura que quieres saberlo? –Jade asintió extrañada. –Ven conmigo
La mujer la llevo hasta un guardo apartado de la biblioteca, pero aún con estantes de libros. En la punta más alta había títulos extraños, “Cómo sobrevivir a la oscuridad eterna”, “El hechizo de la oscuridad”, y por último, “Misteriosas desapariciones de las sombras de la noche”.
– Es este... – Le tendió el libro a la niña. Era algo pesado y tenía extrañas ilustraciones.
– ¿Por qué esta apartado de los demás?
– Este libro es muy valioso. Ha sido escrito por un espectador de la niebla. Es alguien que logró salir con vida de la penumbra. –Se agachó para verla a los ojos. – Cuídalo mucho
– Lo cuidaré.
Algo extrañada por aquella explicación y misterio, se fue a leer a las mesas y sillones de la biblioteca.
El libro tenía extraños dibujos de personas vestidas con armaduras negras, y nubes negras con ojos y bocas gigantes.
Jade no le prestó mucha atención a lo que decían debajo. Pero lo que le llamó la atención era el prólogo del libro:
“En unas aldeas lejanas, ya se habían difundido en la gente de misteriosas desapariciones. De gente que veía avecinarse una niebla negra, que todo ser vivo que se interpusiera en ella desaparecería con ella.”
“La niebla negra es un extraño ser que todo se lo lleva. Suele agarrar desprevenidas a las personas y se las lleva a un pueblo invadido de oscuridad, donde nunca es de día”
“Sólo la gente con el poder de controlar la luz, o de mantener la oscuridad lejos de la mente han podido escapar”
Jade se quedó mirando una frase en especial, que al leerla le corrió un escalofrío por la espalda.
“Querido lector, si estás leyendo esto no es ninguna casualidad, ya has sido testigo de la niebla, y no hay marcha atrás. Debes estar preparado para lo que sea. Busca ayuda. Por ahora este libro será todo lo que sabrás del peligro. Pase lo que pase no lo pierdas de vista”
– Jade vámonos... papá debe estar en casa. –Ella miró alrededor y logró ver a su hermano en la puerta.
– ¡Iré en un segundo! –Guardó el libro en su mochila y se preparó para la vuelta.
– ¿Qué has sacado? –Jade suspiró.
– Nada importante. Vamos... hay que ir por Liam.
– ¿Papá? ¿Estás en casa? –El living estaba vacío.
– ¿Niños? –Patrick Neider se asomó desde la escalera. – ¿Jade? ¿Mathew? ¿Dónde estaban? Los estaba buscando por todos lados. –Estaba algo molesto. Jade se apresuró a decir algo
– No estabas... quisimos buscarte. Pero Matt dijo que tal vez estabas haciendo algo importante. Así que fuimos al pueblo. – Su padre la miro extrañado.
– Es muy peligroso que vallan solos hasta el pueblo sin mi permiso. –Suspiró. –Vallan a sus cuartos. – Los dos hermanos se encaminaron hasta la escalera. Jade quiso subirla lo más rápido posible. – ¿Jade... para que querías ir a la biblioteca?
En ese mismo instante pensamientos les cruzaron por la mente de su hija.
<< ¿Cómo sabía que había ido a la biblioteca? Yo no se lo dije>>
– Yo... solo quería ir a leer un rato. – Su papá sonrió.
– Jade... me estas ocultando algo. Yo lo sé. –A ella se le formaron un montón de palabras en la garganta... pero casi ninguna llego a su boca.
– Pe-pero... ¡No soy la única que oculta cosas! –Corrió hasta su cuarto. Así poder pensar sola.
<< ¿Qué querría decir el libro con que no es ninguna casualidad?... jamás me ha conocido>> Al mismo tiempo que pensaba se le arrugaba la frente, intentando razonar.
<<A menos que... ¡mamá!>> Algo que no había prestado atención antes le dio una idea.
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