miércoles, 23 de marzo de 2011

Solo respira - Capítulo 1


1
Era un día de tantos. El asfalto no tenía muchas imperfecciones, pero igual me costaba caminar. Quizás eran los nervios.
Recordé mi reacción cuando mamá me dijo que me había anotado en un grupo musical completamente desconocido para mí.
   – Ya verás que el coro te encantara – había dicho – Debido a que no hiciste amigos este año, esta podría ser tu oportunidad. Soy amiga de la madre de dos chicos que cantan allí. Son muy simpáticos.
Bien, lo admito. No era muy buena para sociabilizar. Mamá sí.
 Estaba a media cuadra del lugar y sin ningún rasguño, pero de pronto, mis pies perdieron el equilibrio y termine en el suelo.
   – Genial – dije, maldiciendo mi torpeza.
   – ¿Estás bien? – pregunto una voz que se oía detrás de mí.
Me pare de inmediato para ver quién era. Una joven de mi altura, con el cabello color miel y largo, lacio y domado con una cola de caballo. Tenía ojos verde esmeralda y una sonrisa dulce en el rostro.

   – Emm... si, supongo. Me recupero fácilmente.
   – Oh, qué bien... Por cierto, soy Kate – me tendió la mano y volvió a sonreír.
   – Ángeles. Angie, de cariño.
   – Mucho gusto, Angie. ¿Tú eres la hija de Miranda Williams?
   – Si, lo soy. Mama me había contado sobre tu madre.
   – Perdón por preguntar, pero... ¿te dirigías a la secundaria Bradock?
   – Eso creo. Oí que allí hay como una especie de coro.
   – ¡MARAVILLOSO! No sabía que hoy tendríamos una nueva... ¿qué instrumento tocas?
   – Emm... ninguno.
   – ¿Ninguno? Pero... ¿cantas, no?
   – Eso creo.
   – Oh, ¡eso es fantástico! Vamos, que llegaremos tarde.
Empezó a caminar hacia el edificio, y yo comencé a seguirla. Cruzamos la gran reja negra y entramos a la secundaria Bradock, que estaba cerrada por vacaciones.
Las aulas permanecían intactas, ya que aun no habían comenzado a prepararse para las clases. Llegamos hasta el final del pasillo y subimos las escaleras que daban al segundo y último piso. Las aulas parecían no tener fin. La última aula tenía un cartel pegado en la puerta que decía:

SALON RECREATIVO
– NO MOLESTAR –

   – Aquí es – dijo Kate – ¿Nerviosa?
   – Un poco – mentí. Estaba temblando de los nervios.
   – Solo respira. Mira, somos siete. Contigo, ocho. Son buenos chicos. Muy simpáticos. Te caerán bien – dijo abriéndome la puerta.
Era un aula con paredes blancas, muy espaciosa. No había muchas mesas o sillas, sino algunas que servían de asiento a seis adolescentes.
   – Al fin llegas – dijo un chico pelirrojo, sentado en una de las sillas.
   – Me retrase un poco, pero valió la pena. Chicos, ella es Angie – de pronto, seis pares de ojos se posaron en mí.
Una chica de unos dieciséis años y cabello rubio brillante, se paró de un salto de la mesa en donde estaba sentada y corrió hacia mí. 
   – ¡HOLA! Dios mío, ¡jamás había conocido a alguien con un bolso tan lindo!Apartándome a mí, claro – dijo, riéndose – Mi nombre es Effy, pero jamás te había visto por aquí... ¿te mudaste hace poco?
   – Hace alrededor de un año – dije, algo aturdida.
   – ¡Que poco tiempo! Recuerdo una vez en que yo... ¡¡¡Kate!!! ¡¡¡Tengo algo que contarte!!! – exclamo Effy, corriendo hacia ella – No sabes lo que me acabo de enterar...
En eso estaba, cuando un chico de ojos color café y cabello rubio oscuro y lacio se paró de golpe y vino hacia nosotras.
   – Aguarda un momento, Effy – dijo – deja que mi novia me salude correctamente y después se lo dices – se acerco a Kate, sujetándola por la cintura.
   – Lo que tú digas, Justin – le respondió Effy.
Justin acaricio la mejilla de Kate, dejándola tan aturdida que, cuando la beso, dudo que estuviera respirando.
Ante esa reacción, él soltó una risita.
Hacían una linda pareja.
   – Por favor – dijo una chica con cabello oscuro, ojos negros y chaqueta de cuero – Estamos tratando de ensayar aquí. No hagan que la nueva vomite.

   – Oh, vamos Lucy, son sus hormonas – le respondió el joven que estaba a su lado.
Era de cabello oscuro y rizado, solo que sus ojos eran verdes, un color más oscuro que los de Kate. Al igual que Lucy, él también llevaba campera de cuero.
Me acerque hacia el grupo, pero solo había siete lugares para sentarse.
   – Lo siento – se excusó Kate – No sabía que íbamos a ser mas hoy.
   – No importa, yo... – cuando quise terminar la frase, el chico que hasta ahora no había hablado, me interrumpió.
   – Toma. Siéntate aquí. Iré a buscarme otra más tarde – se paro y se inclino como invitándome a que me sentara. Yo lo mire extrañada. No conocía a ningún adolescente que tuviera modales. Me senté en la mesa que me había ofrecido y él se quedo parado al lado mío. Todos volvieron a sus lugares.
   – Bien – dijo Kate – vamos a presentarnos correctamente. El que está a mi lado es Justin...
   – Su novio – aclaró él.
   – ¿Me dejas continuar, novio? – Justin hizo un gesto de disculpa – Gracias. Después  le siguen Derek y Esthefanía, conocida como Effy – señaló al chico pelirrojo y a la chica extremadamente rubia.
   – Su novio – dijo Derek imitando la voz de Justin y señalando a Effy. Ella rió.
   – Exacto. Por favor, no me interrumpan más... Bien, mi hermano, Jasson, es el que está a tu lado. Después le siguen John y Lucy – Los chicos de campera de cuero. ¿Acaso no sentían calor? Harían 24º allá afuera.
   – Kate, no nos señales juntos. No somos noviecitos ni nada de eso. – dijo Lucy.
   – Oh, por favor, sé que me amas – respondió John – solo necesitas tiempo.
   – John, admítelo, te has estado babeando por ella desde 2ª – dijo Derek. Effy se rió a carcajadas.
   – Eso ya es demencia – dijo Justin. Kate puso los ojos en blanco.
   – No, es infinita paciencia. Pero no esperare por siempre.
   – Gracias al cielo – le dijo Lucy, tajante.
   – ¿Podemos enfocarnos? – Dijo Kate – Angie sabe cantar.
   – ¿¿¿EN SERIO??? YO TAMBIEN!!! ¿¿¿Podríamos hacer algún coro no??? – exclamó Effy.
   – Chispita, deja que cante primero... si es que sabe, claro. – me desafió Lucy.
Jasson carraspeo a mi lado. Parecía molesto.
   – Toma – dijo Justin, entregándome una hoja de papel, en que reconocí “Fly with me” de esa famosa banda de hermanos.
   – Jasson puede tocar el piano, Lucy tocará la guitarra y yo puedo hacer los coros – dijo Kate.
Jasson fue a sentarse al piano de la esquina y yo fui a seguirle. Nos sentamos y comenzó a practicar con unas simples notas.
Lucy se paro y agarro una de las guitarras eléctricas, mientras que John le ayudaba a enchufarla. Los demás se acomodaron para hacer de espectadores. Cuando todos estuvieron listos, yo empecé a cantar.
Cuando terminamos, empezaron a aplaudir. Las felicitaciones se oían de todos lados. Jasson y yo sonreímos. De pronto, nos miramos a los ojos. Lo que sentí no podía describirlo. Me perdí en sus ojos, del mismo color que los de su hermana. Por poco me caigo de la silla.
   – Cantas muy bien – dijo.
   – Tu... – tuve que decir algo para no quedar como una tonta – tocas muy bien...
   – Pudimos hacerlo mejor si no fuera una canción tan aburrida – repuso Lucy, arruinando el momento. Jasson se dio vuelta y le dirigió una mirada envenenada.
   – ¿De qué hablas? La canción tiene potencial y este lugar tiene una acústica perfecta – dijo Derek.
   – Si tuviéramos mas instrumentos... – dijo Kate, triste.
Justin y Effy se miraron y ella se rió.
   – ¿Qué sucede? – pregunto Kate, confundida.
   – Hoy nos llamaron del galpón...
   – ¡¡¡DIJERON QUE SI!!!
   – ¡¡¡Eso es genial!!!
   – ¿Qué cosa? – pregunte yo.
   – Hay una gran tienda de música a unos kilómetros de aquí que vendió la mayoría de los instrumentos, ya que se cerró permanentemente. Les quedo algunos y los chicos trataron de conseguirlos, me sorprende que no hicieran una manifestación frente al lugar. Al parecer, acaban de ceder – me explicó Lucy.
   – Como sea, hay que pasarlos a buscar dentro de dos semanas – dijo John.
El resto de la tarde la pasamos charlando, gastándonos bromas y practicando diferentes canciones. Jasson no hablaba mucho ni tampoco se reía tanto como los otros chicos. Era el más hermoso de todos.
   – ¿La has pasado bien? – preguntó mama cuando llegue a casa.
   – Ha sido genial. Gracias. – olí un olor a quemado. Mama entendió mi mueca.
   – Tu padre quiso cocinar.
   – En ese caso, dile que me he ido a dormir más temprano.
   – De acuerdo.
Pobre mama. Ella tendría que soportar las habilidades culinarias de papa, y no era nada agradable

No hay comentarios:

Publicar un comentario